¿Lactancia materna excluisiva o biberon con leche de fórmula?

 En estos días una mamá me hacía una consulta de lactancia. Su bebé de un mes llevaba unos días en los que por la noche demandaba más pecho de lo habitual, y ella se planteaba si debería “ayudarle con biberón” (es decir, con leche de fórmula) en algunas tomas porque quizás se estaba quedando con hambre. El bebé cogía peso y mojaba pañales con normalidad.

Si ya eres madre, seguro que te has enfrentado a esa situación en algún momento con tu bebé (y si aún no lo eres, también pasarás por ello).

Una ‘ayudita con biberón’ puede acabar con la lactancia materna

A mí también me ha pasado con mis dos hijos, aunque con el primero lamentablemente la desinformación y los malos consejos (aunque bienintencionados), de mi entorno y del personal sanitario que me asesoraba, hicieron que en pocos días me cargara la lactancia materna exclusiva  y mi bebé y yo empezásemos a sufrir algunas de las contraindicaciones del biberón con leche de fórmula más inmediatas: el bebé estaba estreñido permanentemente y con muchas molestias intestinales y yo comencé a sufrir obstrucciones de conductos y mastitis.

Por eso, creo necesario explicar qué pasa cuando “ayudamos” a nuestro bebé con un biberón, puesto que muchas de nosotras cuando somos madres no lo sabemos y nadie nos informa de ello.

Para empezar, cuando le damos un solo biberón con leche de fórmula al bebé, se altera su equilibrio bacteriano intestinal durante todo un mes. Según Marsha Walker (enfermera y consultora de lactancia certificada), “un poco de leche de fórmula administrada durante los primeros meses del bebé, antes de que los intestinos estén recubiertos con su barrera protectora (que se crea gracias a la leche materna), puede aumentar el riesgo de alergias y diabetes en bebés susceptibles a ellas. Este riesgo es aún mayor los primeros días de vida y en bebés prematuros.”

Cuanto más succiona el bebé, más leche producimos. Es el mecanismo dispuesto por la naturaleza para que el bebé nunca se quede con hambre.

Cuando damos un biberón al bebé estamos privando a nuestro pecho del estímulo de succión necesario para liberar oxitocina y producir leche, por lo que la señal que recibe nuestro cerebro es que disminuya la producción. Eso puede hacer que, en las siguientes tomas de pecho, el bebé no encuentre la cantidad de leche que él espera y necesita, por lo que se enfadará y demandará más. La reacción de la mamá será ofrecerle otra vez un biberón y, ante la nueva falta de succión, su cerebro entenderá que debe disminuir a producción de leche de nuevo.

Esta operación, toma tras toma, comprometerá gravemente la producción de leche materna, y en muchos casos supondrá el final de la lactancia materna exclusiva o incluso un destete anticipado e inesperado.

Por cierto, si además tienes dudas de cómo compatibilizar la lactancia con el trabajo échale un vistazo al artículo anterior.

 

Y, ¿qué pasa con la mamá cuando da biberón al bebé?

Si es una mamá que acaba de dar a luz y la lactancia se está estableciendo (hablamos de los primeros días), la falta de succión hará que no se generen los receptores de prolactina necesarios para conseguir una lactancia exitosa a la larga. La prolactina es, junto con la oxitocina, la hormona protagonista en la producción de leche. En los primeros días tras el parto está muy alta, pero después baja a sus niveles normales, por lo que si no hay suficientes receptores de prolactina, esa mamá puede tener problemas para producir toda la leche que su bebé le demande.

Además, cuando se produzca la subida de la leche, si el bebé no la extrae probablemente la madre pueda sufrir una ingurgitación mamaria. Sus pechos se pondrán duros, le dolerán y al bebé, inexperto aún, le costará extraer la leche y vaciar el pecho. La mamá, si no extrae esa leche de forma manual, podrá sufrir dolorosas obstrucciones de conductos o mastitis. Y esa falta de estímulo de succión hará que poco a poco sus mamas produzcan menos leche, por lo que finalmente tendrá que recurrir al biberón de fórmula.

Y a las madres que ya llevan unas semanas o incluso unos meses amamantando, la introducción del biberón las afectará igualmente en su producción de leche por la falta de estímulo de succión y podrán sufrir obstrucciones y mastitis, por lo que tendrán que vigilar que sus pechos se vacían lo suficiente para evitarlo (ya sea manualmente o con sacaleches).

Cuando yo comencé a amamantar a mi primer hijo desconocía toda esta información, y sufrí todos las contraindicaciones de la introducción del biberón de fórmula en nuestra lactancia.

Pero, te preguntarás, entonces ¿por qué lloraba y demandaba más pecho el bebé de la consulta de lactancia del que hablábamos al principio?

 

Las dos posibles causas más comunes son:

–          Porque el bebé va a dar un “estirón”y por eso durante unos días habrá tomas en las que no pare de mamar durante horas (por desgracia para las agotadas mamás suele ocurrir por la noche) y luego tendrá períodos de descanso durante el día. Estos “estirones” suelen producirse a los diez días, a las tres y seis semanas, a los tres y seis meses,… pero pueden ocurrir en cualquier momento. Durante esas tomas se alternarán succiones nutritivas y no nutritivas, estimulando los receptores de prolactina y oxitocina situados en el pezón y la areola, y por tanto la producción de leche.

–          Porque el bebé necesita contacto físico con su madre. Para el bebé, mamar no significa sólo “comer”, sino también sentirse seguro, protegido, querido,… y todo eso lo tiene cuando está en brazos de su mamá mamando.

 

Lo mejor para la mamá en estos casos es asumir cuanto antes que la LACTANCIA MATERNA a demanda es precisamente eso: A DEMANDA.

Eso significa que no habrá nunca un patrón establecido. Las necesidades de nuestro bebé varían cada día y en cada momento, y la lactancia materna es la única capaz de satisfacer esas necesidades y adaptarse a ellas en cada etapa del crecimiento de nuestro bebé.

Lo que podemos hacer las madres ante esto es confiar en nuestro instinto y en nuestros bebés, y darles lo que nos piden para que puedan desarrollarse de la forma más sana posible, y para lograrlo “EL BIBERÓN NO AYUDA”.

 

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